Ayer a la mañana, mientras pedaleaba y el viento rozaba mi cuerpo, escuchando pájaros, encandilada por el brillo del sol y por todo lo que mis sentidos podían captar, volví a acordarme de esta hermosa canción. Quién mejor que Bowie traduciendo a música ese enorme privilegio de sentir tanta magia en todo. Y quién mejor que Beck para reinterpretar los sentimientos del Duque (que, dicho sea de paso, anoche le volvió a rendir homenaje con los integrantes de Nirvana).
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