martes, 2 de agosto de 2011

Murakami

Es él, o mejor dicho, sus libros, los que me quitan esos preciados minutos en los que, algunas veces, solía escribir en este espacio. Pero no me atajo ni me quejo, eh.
Si le dedico esta entrada hoy es, lisa y llanamente, para recomendarlo. Aunque debo aclarar que mis gustos literarios son casi como los musicales, se mueven en un espectro bastante amplio. Lo cual, no implica que no tenga filtros.
Yendo al punto, Haruki Murakami es tildado por los medios y la crítica como "el exponente de la nueva literatura pop japonesa". Pero, como se sabe, las etiquetas son siempre incómodas, porque acotan e influencian hacia una percepción prejuiciosa de las cosas.
Haciendo honor al nombre de este blog, voy a intentar describir mi propia experiencia con este escritor japonés, que tiene unos 63 años, es aficionado tardío al deporte (a las maratones, específicamente) y, como si fuera poco, es un melómano dedicado.
Si bien hace un tiempo Ana, una amiga lectora, me lo recomendó, por esas cosas nunca llegué hasta él. En este verano me regalaron "Tokio blues", y fue cuando comenzó esta especie de ensoñación. Después vino "Sauce ciego, mujer dormida", con el que todavía no terminé (porque esto de caer "atrapada", tiene además el plus de disfrutarlo tanto que no querés que se termine). Y aunque este segundo libro se trate de una recopilación de algunos de sus mejores cuentos, ambas obras me produjeron lo mismo: eso que genera a veces la musica o el cine, cuando escuchás o ves algo que, por alguna razón, te atrae y vas entrando en una fascinación que te hace buscar más discos de la banda, o ver más pelis del mismo director.
Y mucho de esto tienen los textos de Murakami, son innumerables las conexiones y referencias cinematográficas y musicales (Tokio blues tiene como subtítulo "Norwegian wood", nombre de una de las tantas y hermosas canciones de The Beatles).
Creo que no hay mejor cierre para esta entrada que sus propias palabras: "Ya sea en la música o en la ficción, lo más elemental es el ritmo. Tu estilo tiene que tener un buen ritmo, natural y continuo, o la gente no seguirá leyendo tu obra. Conocí la importancia del ritmo gracias a la música, y principalmente por el jazz. Luego está la melodía, que en la literatura significa la colocación adecuada de las palabras para que sigan el ritmo. Si las palabras encajan con el ritmo de modo fluido y hermoso, no puedes pedir más. A continuación está la armonía, los sonidos mentales internos en los que se sustentan las palabras. Y luego viene la parte que más me gusta: la improvisación libre. A través de un canal especial, la historia mana con libertad desde dentro. Lo único que tengo que hacer es dejarme llevar".

Si hay alguna canción oportuna esa es, obviamente, "Norwegian wood" de The Beatles.




Ah! un dato que olvidaba, Tokio blues ya se llevó al cine, y según se dice llega en breve a nuestro cine (?). Sugerencia: leer antes de ver ;)
Y hablando de etiquetas, como al comienzo, por si no se dieron cuenta, esta entrada inaugura una nueva sección, que la voy a llamar "Ready.. go".